2.5. Industria de entretenimiento y medio de información
La tecnología forma ya parte de nuestra vida. Crea nuevas necesidades y nos hace adquirir productos para cubrirlas. Se podría incluso hablar de una estrategia de marketing.
Uno de los casos más evidentes es el del teléfono móvil y las aplicaciones de mensajería instantánea. Disponer de ellas es ya una necesidad real, no solo para los jóvenes, sino para toda la población y, en especial, para la población activa. Y digo la población activa puesto que las empresas empleadoras dan por hecho que disponemos de estos dispositivos y se comunican con sus empleadas y empleados a través de ellos. De hecho, no tenerlos, dificulta la comunicación, lo que va en detrimento de la creación de una buena imagen hacia la entidad empleadora.
Pero en materia de televisión, que es lo que nos interesa, también hay avances continuos que nos hacen necesitar nuevos aparatos. De las televisiones analógicas, al TDT, a los televisores de plasma, al LED… Continuamente se actualizan los dispositivos, dejando los que ya habíamos adquirido obsoletos sin ni siquiera haber alcanzado el final de su vida útil.
Esto es algo que también sucede en el muy relacionado ámbito del vídeo doméstico: Vídeo BETA, VHS, DVD, Blu-Ray… y ya están llegando a los mercados películas en Ultra HD Blu-ray, cuando todavía ni siquiera el Blu-ray se ha afianzado en el mercado y ha logrado sustituir, como se pensaba que iba a hacer, al DVD.
Volviendo al caso de los televisores, hace apenas 5 años parecía imprescindible tener una televisión 3D. Cada día nos bombardeaban con anuncios y publicidades en los que se hacía gala de las muchas ventajas que ofrecían. Sin embargo, los precios de estos aparatos eran demasiado elevados en el mercado y es por eso por lo que muchos hogares todavía no se decidían a adquirirla. Pero estaba claro: el 3D era la tecnología del futuro.
En el cine, todas las producciones de grandes compañías venían por partida doble: una versión en cine convencional 2D, y otra, más cara en la mayoría de los casos y sin ni siquiera contar con el precio de las gafas para su visionado, en 3D.
Todo parecía indicar que el 3D iba a sustituir y a cambiar la manera en la que entendíamos la televisión y el cine.
Pero ante todo pronóstico, la TV 3D no tuvo la acogida que se esperaba. Esto se pudo deber, quizás, a su elevado precio, a la incomodidad de tener que ponerte las gafas cada vez que querías ver algo en 3 dimensiones, a los mareos que varias personas afirmaban sentir o, y quizás esta sea la razón más importante, a que los contenidos tenían que ser creados específicamente para este tipo de visionado. Para el caso del cine y las películas en esta modalidad se puede afirmar más de lo mismo.
Poco a poco las tiendas y grandes almacenes vieron mermado el número de televisores 3D que entraban para ser vendidas. Y en el caso del cine, las productoras, que en épocas pasadas incluso habían reestrenado películas antiguas convirtiéndolas a la tecnología 3D, vieron en este proceso un gasto de capital que no se veía cubierto por las ventas.
De este modo, solo dos fabricantes de televisores, Sony y LG, siguieron apostando por el 3D hasta el pasado año, en el que ambas compañías dieron la noticia de que no fabricarían más. Este fue el anuncio de la muerte definitiva del 3D en este ámbito. En materia de cine, aunque no se ha confirmado todavía de manera oficial, la cosa pinta parecida.
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