Francisco Ortega Sáez: Hikikomoris.

5.1. La iconosfera contemporánea.

El síndrome del hikikomori es un trastorno que se ha extendido recientemente y que se asocia a la era de las comunicaciones y la expansión de Internet. El término hikikomori (literalmente ‘estar recluido’) proviene de Japón, país donde esta «epidemia» empezó y donde sus afectados se cuentan por millones.

Este trastorno consiste en una forma voluntaria de auto reclusión, en la que los afectados pueden pasar meses encerrados en su habitación evitando todo tipo de relaciones sociales. Este trastorno se suele dar, sobre todo, en adolescentes con problemas para relacionarse y malas relaciones familiares. Aunque es muy fácil hacerse una imagen mental del hikikomori como «otaku» o «friki» convencional, hay muchos tipos de hikikomori y muchas maneras en las que el aislamiento social puede incidir en una persona, según sus razones. No obstante, sí es habitual que el hikikomori se refugie en el mundo virtual dentro del cual se siente seguro, entre sus 4 paredes y a través de su ordenador o videoconsola.

El aislamiento del hikikomori no es nada instantáneo, se trata de un proceso gradual a través del tiempo en el que los sentimientos de miedo y frustración crean patrones de conducta que refuerzan el aislamiento y aumentan el sentimiento de culpa al mismo tiempo, mientras sus habilidades sociales se van deteriorando y se hace más difícil la comunicación con el entorno cercano.

Para entender el fenómeno hikikomori es importante entender la psicología de los afectados, entender que no se trata de una fobia o desorden mental, que no se trata de depresión ni TOC, aunque puedan derivarse y tengan síntomas muy parecidos, pues el hikikomori es, relativamente, capaz de llevar una vida integrada en la sociedad, pero decide conscientemente recluirse y evitar un mundo exterior que le resulta desagradable. Su habitación se convierte en una burbuja de seguridad, en su zona de comfort, donde están a salvo de la presión familiar, las expectativas de la sociedad y las incomodidades de las relaciones interpersonales, que les hacen sentir incapaces y frustrarse. Todo esto tiene como base no solo malas habilidades sociales si no también una baja autoestima.

Los hikikomoris son, en última instancia, gente como nosotros azotados por unas circunstancias personales y unas dificultades que han encontrado en la soledad ya la reclusión la evasión más sencilla a los problemas que no pueden afrontar, y esa dificultad para “conectar” con el mundo es el verdadero problema, la fuente de su sufrimiento. Porque aunque su aislamiento sea voluntario, se trata de una decisión condicionada, que les provoca sufrimiento y que solo se puede curar con paciencia y apoyo emocional.

Para más información:

Psicología y Mente

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